Buenos Aires, 28 de Marzo de 2008.
Raúl Alberto Antonio Gieco:
El motivo de esta humilde carta es para felicitarlo por las agallas que me di cuenta que usted tenía.
Confieso que usted no me caía muy bien que digamos, no entendía por qué todos lo admiraban. Ya sé que las letras de sus canciones son muy buenas, pero había algo que no me terminaba de cerrar cuando veía un reportaje, una nota en la parte Espectáculos, un programa de radio o televisión, en el que usted participaba.
Usted supondrá que un crítico como yo, primero debería ver las obras, escucharlas, analizarlas, y luego darle juicio de valor a las mismas, pero lamentablemente no fue así con usted, lamentablemente me dejé llevar por el prejuicio, y estoy muy decepcionado conmigo mismo por ello.
Se preguntará qué fue lo que hizo cambiar mi concepto con respecto a usted, y sólo tengo un hecho que resume todo: la película "Mala Junta", en la que usted colaboró, contando cómo vivió la última dictadura.
En el momento en que la vi, se mezcló en mí una imagen insulsa de usted y otra totalmente contraria, una imagen interesante sobre usted, realmente tenía ganas de seguir escuchando su versión. Poco a poco perdió firmeza mi hipótesis, y encontré una nueva con la cual identificarlo: León Gieco es un tipo de muchas agallas, un tipo inteligente, que se la jugó por lo que quería. Esto lo pude apreciar cuando usted dijo que podría haberse ido, como un artista más, pero se quedó porque creía que no había que escaparse de su propio país, todos juntos deberían luchar por transformarlo en uno mejor, quedándose, y no huyendo como un cobarde. Esa frase realmente me conmovió, y hoy dan lugar a que le mande estas palabras para pedirle disculpas por haberlo criticado anteriormente, sin ningún argumento concreto.
Usted es un verdadero artista, es argentino ejemplar; sienta este halago y disfrútelo, porque no es muy usual que un crítico haga este tipo de elogios.
Mis saludos, atentamente.
Francisco Dottori, crítico del diario "El Clarín".
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